martes, 13 de mayo de 2008

Las Estrellas de Lombricia

En un Mundo desconocido...

... una lombriz caminaba por las hierbas del campo. Esa lombriz se llamaba Lombricia.
Una buena noche Lombricia quería alcanzar las estrellas y saludar a la Luna, pero con su simple cuerpo no podía, así que decidió buscar la manera de poder llegar a ese firmamento que alcanzaba la existencia.
Metiéndose en una granja ajena vio por primera vez en su humilde vida una escalera... Al verla ahí, tan alta y grande creía que si podía llegar al final de la escalera estaría mucho más cerca de las estrellas y que podría tocarlas con la punta de la nariz. Subió y subió cada uno de los escalones, se empeñó en llegar arriba del todo. De vez en cuando se caía y tenía que volver a empezar, pero con la promesa de poder saludar a la Luna y por fin tocar las estrellas decidió volver a intentarlo y aunque callera, volver a levantarse.
Lo intentó durante varios días, pero encima la escalera extrañamente se movía. Ella veía llegar un gigante de su mundo y cuando pensaba que iba a matarla, extrañamente se movía la escalera, se trasladaba a otro lugar que ella no había visto antes, pero por lo menos tenía la escalera consigo.
Al final, Lombricia consiguió llegar arriba del todo de las escaleras. ¿Y dónde estaban las estrellas? Entonces fue cuando conoció la existencia de las nubes y con eso mismo también se tuvo que dar cuenta que las nubes estaban más cerca que las estrellas. Así que tuvo que buscarse otro método. La escalera no era la solución.
No sabe cómo, un buen día mientras se arrastraba por ahí se encontró con un suelo que vibraba, de repente ve el firmamento moverse, los árboles irse para atrás sin saludarla... y ve cómo delante suya se le presentan bloques grises que se acercan irremediablemente. Son unos bloques grises muy altos... incluso superan en altura a las nubes... Y por la cabeza de Lombricia pasa la idea: "Si pasan las nubes, pueden llegar a las estrellas". Así que se pone contenta por la perspectiva de poder llegar de nuevo a las estrellas y recuperar esa esperanza.
El suelo vibrador que se mueve se para delante de uno de los bloques más grandes. "¡Qué suerte!" piensa Lombricia y magnéticamente se acerca a ese bloque gris... Una puerta que sólo hace caso a los gigantes es quien da paso para poder meterse dentro.
Ella se arma de valor y decide entrar por esa puerta en un despiste de los gigantes. Tras varios intentos por fin lo consigue... Se queda observando su alrededor. Ve muchos gigantes de un lado para otro sin prestarle atención (es cuando da gracias por la suerte de su pequeñez) y cómo hay una puerta que se abre de lado, con luz dentro... Se siente irremediablemente atraída por las infinitas luces que se encienden por encima, por cómo los gigantes entran y desaparecen, luego aparecen otros y salen. Ella tiene que entrar ahí, es lo que siente en su interior. Así fue como descubrió el ascensor.
Pasó mucho tiempo mientras Lombricia conseguía descifrar el funcionamiento de esa extraña caja. Cada vez que se abría la puerta descubría un mundo nuevo diferente, a veces se repetían, pero no siempre, sólo cuando se iluminaba repetidas veces el mismo número. Era muy curioso... A veces salía para investigar qué pasaba y se dió cuenta que cuanto mayor era el número iluminado, más lejos del suelo se encontraba, por lo tanto estaría más cerca de las estrellas.
Cuando se dió cuenta, emocionada esperó hasta que uno de los gigantes llegara a ese último número, donde ella no había parado antes... Y ese momento llegó. ¡Pero ahí había también muchos gigantes! Muchas mesas, muchas sillas... no entendía nada. Ella quería llegar hasta afuera, arriba del todo, pero el ascensor no tenía más números... Pues Lombricia decidió descubrir la planta en la que se encontraba.
Al fondo, en un pasillo oscuro por donde nadie pasaba vió también unas escaleras, pero de otro tipo... estaban como escalonadas. Decidió descubrirlas y subirlas, así te ves a nuestra Lombricia subiendo poquito a poco unos escalones y llegando a una puerta cerrada, pero con un hueco lo justamente pequeño como para pasar ella con su cuerpecito.
Viento, eso fue lo que sintió en su carita y asombrada vió por el borde del edificio lo alto que se encontraba del mundo de los gigantes... donde parecían completas hormiguitas. ¡Ahora la grande era ella! Miro hacia arriba... el Sol deslumbraba sus ojos y decidió esperar a que llegaran las estrellas...
Se hizo de noche y el cielo se tornaba de un color oscuro donde había brillitos que fantaseaban alrededor de una Luna Llena, ¡¡pero no podía tocarla!! Le parecía increíble, pero a pesar de estar en lo más alto del mundo mundial, no podía alcanzar las estrellas...
No sabe cómo, repentinamente, le vino a la cabeza la hierba... tan fresca, tan conocida, tan rica, tan amigable... Y Lombricia echó de menos todo aquello que conocía.