jueves, 23 de octubre de 2008

Flor de los Duendes

En un Mundo desconocido...

... había una princesa muy soñadora. Siempre tenía sueños muy hermosos donde todo era genial y, curiosamente, todos sus sueños se hacían realidad. Si una noche se le ocurría que quería un helado de chocolate especial, a la mañana se lo ponían sus sirvientes sin ella decirles nada.

Cuando era un poco mayorctia, tuvo su primera pesadilla: un ogro venía a raptarla para comérsela porque le apetecía princesa a la plancha. La princesa pasó mucho miedo y tuvo que dormir esa noche en la cama de los reyes.

A la mañana siguiente se fue con el Caballo Real a dar un paseo por el bosque y como todos los días, intentó escaparse, aunque nunca lo conseguía, esta vez lo consiguió. Estaba fuera del alcance de la vista de su cuidador y maestro, pero no se dió cuenta que estaba al alcance de la mano de un ogro bastante grande, gordo y grotesco.

A pesar de los incesantes gritos de la princesa, el ogro no la soltó y se la llevó a una gruta escondida detrás de una cascada porque pensaba freír a la princesa y comérsela rellena de Caballo Real, que al ogro le hacía mucha gracia.

La cascada era una cascada especial, porque cerca habitaban unos duendes muy traviesos que siempre intentaban imitar al ogro, porque el ogro era realmente muy gracioso. Pero cuando escucharon lo que iba a hacer con la princesa, no les gustó.

Así fue como decidieron rescatarla. No sabían cómo ni cuándo, pero tenían que ayudarle a huir. Además, seguro que la recompensa sería muy buena.

Los duendes aprovecharon que el ogro no podía verles porque eran bastante más pequeños, se acercaron a la princesa para discutir los planes generales. Pero ninguno conseguía convencer a la princesa.

Aburridos todos de la situación, cada uno se echó a dormir, entonces la princesa recordó el poder de su sueño y decidió que soñaría su liberación.

Una vez dormida soñó que sus nuevos amigos metían al ogro en una enorme barbacoa y lo tostaron mucho, desataron a la princesa y se fueron de nuevo cada uno a su casa.

Cuando se despertó, estaba en el casillo. Todo le pareció un sueño, pero nadie venía a traerle el desayuno, parecía que estaba sola en el castillo porque tampoco escuchaba ruidos. Aprovechó el silencio para dar media vuelta y seguir soñando.

El siguiente sueño estaba ella con los duendes en el bosque, que estaban en una Fiesta de Primavera donde estaban todos los súbditos y los reyes (sus padres).

Se divirtió mucho en la fiesta y los duendes, antes de despedires, le regalaron una flor muy especial, plantada en una maceta que debe regar con lágrimas cuando llorara. Y si no lo hacía, que la llenara de alegría.

Cuando la princesa despertaba del sueño, todo volvió a la normalidad y al preguntarle por la fiesta de primavera a sus sirvientes, le dijeron que era otoño y que no hubo ninguna fiesta.

Mientras miraba extrañada la ventana se dió cuenta que estaba la Flor de los Duendes esperando su alegría.

Montañas Lejanas

En un Mundo desconocido...

... había una niña pequeña que era muy feliz con sus padres. Vivían en un bosque verde con ríos azules y cristalinos donde se podían ver montañas marrones, blancas y muy muy altas.

La niña tenía un vecino que era su mejor amigo, pero era bastante travieso y, aunque ella era una niña obediente, hacía las travesuras con él siempre y cuando no desobedeciera en algo a sus padres.

Muy a menudo hablaban de lo bonitas que eran las montañas y de todas las cosas que harían si estuvieran allí.

Un buen día la niña cayó en la cuenta que nunca le habían prohobido ir allí sus padres y cuando les preguntaba por las montañas sonreían felices y le hablaban con alegría. Así que cuando tuvo suficiente edad para ir sola al campo se armó de valor para pedirles a sus padres una excursión a las montañas.

Fue entonces cuando vió la primera mirada triste de su padre en la vida. Por lo visto ya no podía volver a las montañas que le hicieron feliz alguna vez. Pero no le prohibieron ir a ella.

Al año siguiente, cuando soñaba con las montañas todos los días, no pudo contener el deseo de ir y se lo contó a su madre, que necesitaba ir a las montañas o su alma se moriría de pena.

La madre, para sorpresa de la niña, sonrió amablemente y le acarició la cabeza.

- Bueno, te voy a dar un secreto de familia.

Se fue a la habitación y volvió con un palo de madera.

- Cuando consigas diferenciar este palo de un palo cualquiera, estás realmente preparada para ir a las montañas.

La niña cogió el palo muy feliz y se fue a buscar a su vecino para contarle la noticia y que le ayudara con la diferencia del palo.

Estuvieron muchos días buscando cómo lo podían diferenciar de otros palos, o cómo encontrarlo en un montón de palos. Siempre fallaban o siempre se perdia y la madre de la niña tenía que venir a darles el palo que era del montón de palos que tenían.

Un buen día, cansados ya del palo, le dijo el vecino a la niña:

- A casa.

Repentinamente el palo se elevó del montón y se puso delante de los dos niños. Se quedaron alucinados, pero siguieron el palo y justo en el punto donde se separaban sus caminos, el palo volvió a caer al suelo.

Al darse cuenta de lo que había pasado, la niña fue corriendo a su madre para contárselo. Entonces la madre le contó que era un objeto mágico de familia y que podía guiarla en las montañas a donde ella quisiera ir. También podía cambiar de tamaño para servir de apoyo mientras caminara, o más grande aún para salvar obstáculos y le pidió que nunca se olvidara de él cuando fuera a las montañas. La niña aceptó encantada la condición porque le gustaba mucho el palo encantado.

El siguiente lunes llamó a su vecino para dar su primer paseo por la montaña, pero estaba castigado y no podía salir. Ella se debatía entre irse acompañada e irse sola, y mientras se decidía se pasó el día y se hizo de noche. Finalmente fue al día siguiente, y su vecino ya se pudo ir con ella.

Ahí se encaminaron ellos. En el linde de las montañas la niña le dijo al palo que quería ir a un sitio encantado. Allá que les encaminaba, cada vez por lugares más lúgubres de un bosque. Subían y subían y en cada parada admiraban los bellos paisajes que se les presentaban.

El pasiaje verde se convirtió en blanco, acompañado de un frío tremendo. A lo lejos apareció un bonito castillo de hielo y el bastón se paró en seco cayendo al suelo cuando se acercaron.

Ambos decidieron entrar para averiguar qué tenía de encantado el castillo. Las puertas se abrieron solas y las luces se encendían sin que nadie diera a los interruptores. Estaban muy asustados, pero siguieron adentrándose.

Finalmente se encontraron con una mujer congelada en un bloque de hielo. Era hermosa y parecía dormida. Decidieron ayudarla, pero no sabían cómo hacerlo. A la niña se le ocurrió la genial idea de pegarle con el palo. Lo convirtió en bastón con una orden y arremetió contra el bloque al instante siguiente.

Enseguida la mujer abrió los ojos y puso una expresión enfadada. Con su furiosa mirada buscó en derredor a los causantes del sueño interrumpido y tal arpía se lanzó contra los niños encarcelándolos en una jaula.

- ¡¡¿Cómo se os ocurre quitarme el letigio de un dulce sueño?!!

Los niños no consiguieron contestar por el pánico que les atenazaba el dulce corazón y en contrapartida la bruja blanca se puso más furiosa.

- ¡Con un deseo mío os puedo quitar el derecho a vivir y estaréis condenados a servirme como esclavos, ¡¡para siempre!!!

En la mente de la niña se dibujó la cara preocupada de la madre.

- ¡¡¡No!!! ¡Tengo que llegar a casa antes de la noche!

La Bruja Blanca se quedó un poco turbada y miró al niño.

- ¡Lo ha dicho ella!- dijo el niño temiendo que con las mismas ella le matara con la mirada que le ha echado.

- Bueno, sigo estando cansada. A ver si seguís vivos para cuando me despierte dentro de cientos de años.

Y se fue a otra habitación mientras se convertía de nuevo en un bloque de hielo.

La niña no sabía qué hacer, tenía que salir de ahí como fuera pra no preocupar a su mamá.

Finalmente se le ocurrió una brillante idea. Le pidió al bastón que se convirtiera en llave para abrir el cerrojo. Así fue como salieron de allí y llegaron a casa guiados nuevamente por el palo.

Le contó todo a su madre y la madre le sonreía mientras se lo contaba y la niña pensaba que no le creía, pero lo que no sabía la niña es que se había encontrado con un antepasado suyo con quien tendrá que pasar una prueba para hacerse mayor.

La madre no quería estropearle la sorpresa y le alentó para que hiciera más excursiones poniendo mucho cuidado y teniendo el palo siempre cerca.

miércoles, 22 de octubre de 2008

El Perro Guardián

En un Mundo desconocido...

... una princesa feliz como una perdiz estaba en un reino naranja donde todos odiaban reñir. De hecho, estaba prohibido reñir por decreto real, todas las cuestiones de disputa las solucionaba la reina.

La reina no era la verdadera madre de nuestra princesa, era su madrastra que la encontró abandonada en un bosque cuando ella era todavía un bebé, pero ella no lo sabía.

La princesa sentía todo el cariño que le mostraba el reino. Era un reino bastante pacífico, tenían sus trovadores particulares que hacían las delicias de los demás reinos, pero eran felices como podían en el que estaba la princesa, que siempre era muy amable con ellos.

Un día la reina le dijo que iba a tener una hermanita y nuestra princesa tenía miedo porque podían dejar de quererla como princesa del reino.

Un día, cuando a la Reina se le empezaba a ver la tripa ella se fue al bosque con uno de los trovadores. Una vez fuera, mientras le contaba sus penas, el trovador le prometió que encontraría la solución.

La llevó más adentro del bosque y parecía buscar una señal en los árboles. Ante un árbol grande con la mitad del tronco verde, se le iluminó la cara y tocó tres veces con los nudillos y una con la palma.

Un sombrero picúo negro salió de entre las sombras con una carcajada malvada que tronaba por todo el bosque. Cuando reconoció a la princesa vió en ella que no era de sangre azul, por mucho porte real que pudiera presumir y decidió raptarla para averiguarlo. Así que sin que el trovador tuviera ocasión de decir palabra y casi nadie se diera cuenta de nada, la bruja cerraba la puerta del árbol a su espalda con la princesa entre brazos.

Una vez dentro, la princesa pudo reconocer un laboratorio, de lo que no se percataba era que era un laboratorio especial, no como en el castillo, donde se hacían pruebas químicas. En ese laboratorio se hacían pócimas. Pócimas como el Jugo de la Verdad, un líquido que hasta que no se expulsara del cuerpo se decía toda la verdad, aunque ni siquiera se supiera.

Por ejemplo, si se pregunta a alguien que lo ha tomado el tiempo que hará mañana, sólo podrá decir la verdad y lo que diga es lo que ocurrirá.

Mientras tanto, en las afueras, cuando el trovador se dió cuenta de lo que había pasado, salió corriendo para ir al castillo.

Un perro que había visto toda la escena le saltó para evitar su avance. Era el Guardían del Bosque y tenía el encargo especial de vigilar a la Bruja del Bosque porque últimamente estaba siendo demasiado desobediente.

El trovador se desmayó del susto y cuando al despertar se dió cuenta que el perro hablaba, volvió a desmayarse. Una vez recuperado y concienciado que el perro podía hablar, intentó entender su mensaje, dado que con un hocico es difícil entender el habla humano de un perro le resultó un poco difícil. En grandes medidas entendió que él se encargaría y que esperara a que le devolviera a la princesa para regresar.

Al momento vió cómo el perro enorme y sobrenatural se introducía en el árbol fantasmagóricamente. Se sentó para esperar y las noches pasaban y empezó a sentir hambre cuando se planteó regresar.

Cuando el perro se introdujo en el árbol, recorrió los pasillos guiado por su olfato. Olía a la bruja por cualquier parte, pero instintivamente sabía el último lugar por donde pasaba. Sabía que el tiempo en el árbol mágico pasaba de manera distinta, pero no exactamente a qué velocidad. La última vez que entró recordó haber estado 3 días y por lo visto pasaron casi 2 años y medio. En cambio la primera vez sintió pasar dos semanas y no llegaron a 3 horas.

Dejó esos pensamientos de lado para concentrarse en la tarea que se había encomendado: rescatar a la princesa, aunque no oliera a princesa, pero no podía permitir las maldades de la bruja.

Tras recorrer cientos de pasillos, encontró el laboratorio de la bruja y tras gruñir y ladrar logró llamar la atención.

La bruja, sabiendo que no surtiría efecto, intentó transformar al perro en un gusano, pero no lo consiguió. El perro era un guardián mágico, no se podía utilizar la magia sobre él.

Al ver las intenciones de la bruja, el perro saltó sobre ella y en humano le dijo a la princesa que se montara en el lomo.

La princesa lo hizo sin vacilar un sólo instante y galopando encima del perro consiguió salir, pero justo antes de salir recordó que su problema no había tenido solución e hizo pararse al perro para preguntarle qué iba a ser de su vida cuando naciera su hermana.

Como buena costumbre de los grandes sabios respondió con otras preguntas:

- ¿Por qué no dejas que el tiempo responda?

- ¿Donde está el tiempo?

- En el paso de los momentos.

- ¿Por qué no lo puedo saber ahora?

- ¿Para qué lo quieres saber?

- Para asegurarme mi futuro.

- ¿Y qué tienes asegurado en el pressente si no salimos del árbol y te alcanza de nuevo la bruja?

Después de pensar un rato, la princesa contestó:

- Quiero irme a casa...

Así que salieron juntos, se encontraron con el trovador, que ya tenía barba de muchos días y la princesa llegó al castillo sana y salva.

lunes, 13 de octubre de 2008

Madre Encarcelada

En un Mundo desconocido...

...una niña paseaba tran ricamente por un bosque. El bosque tenía incontables árboles y cada uno era de una especie diferente. Resultaba bastante agradable escuchar el viento pasar por sus hojas y ver cómo los animales saltaban de uno a otro.

En el bosque la niña se sentía feliz, era como su primera casa en lugar de la segunda. Pasaba las horas muertas observando crecer a los cachorros y cómo la madre los amamantaban. Se divertía mucho con ellas, ya que la suya por lo visto estaba desaparecida. Su padre nunca pudo explicarle nada, simplemente le dijo que su madre se fue y que no sabía si iba a poder volver. Por ello la niña pasaba su vida en el bosque, su padre estaba demasiado ocupado en sus quehaceres y encima haciendo de madre, realmente no podía con todo y la educación de la niña se lo dieron las madres de los animalitos.

Un buen día le vino un lobo a hablarle, era el jefe de la manada y la niña estaba un poco asustada, pero era por el respeto que le tenía. Le dijo que él sabía dónde estaba su madre. Cuando apenas disfrutaba la niña de los cinco años vino un hombre malvada a encarcelar a su madre porque era realmente la más bella del reino. Quería que fuera su mujer, pero al estar casada no podía serlo y sentía una enorme rabia, así que la raptó.

Parecía que estaba en el casitillo más alejado del reino, después de muchos kilómetros de bosque e incluso muchos kilómetros de lago, pero él le acompañaría a encontrar a su madre y que pudiera ser feliz.

Empezaron el camino juntos y ella empezó a sentirse reconfortada ante la compañía de tan ilustre animal. Sabía que con él no podía pasar nada y comprendía la enorme paciencia que él tenía con ella. Se sentía compenetrada con ese animal y el respeto que sentía rozaba la admiración.

Encontraron el casillo. Era una fortaleza lúgubre y oscura donde los habitantes se vestían de negro. Cuentan que cada semana moría alguien y se acostumbraron tanto a vestir de luto que lo tomaron como el color oficial de las prendas de vestir para todos los días.

El lobo tenía problemas para entrar disimuladamente en el castillo, pero consiguieron la manera de entrar después de encontrar un carro abandonado. Una vez dentro el castillo parecía un laberinto con obstáculos. Tenían que encontrar la llave antes y suponían que lo tenía el dueño del castillo. Así que buscaron al dueño y al reconocer la llave de la puerta que podría ser la de su madre le atacaron.

Hubo una trifulca muy grande. El carcelero tuvo la oportunidad de agarrar a la niña por el cuello y mientras lo conseguía, el lobo se lanzó a por él y le mordió el cuello, proporcionando el mordisco con el amor que sentía por la niña, casi consigue matar al carcelero, pero la niña no se lo permitió.

Le quitó las llaves al carcelero después de amarrarle a una silla y se fue a los calabozos tras preguntarle por el paradero de su madre.

Liberó a su madre y volvieron a casa todos juntos. El lobo nunca se separó de ella y le protegía siempre de quien necesitara. La madre se dedicó a su educación y el padre a su trabajo, como debía ser desde los tiempos de los tiempos.

miércoles, 8 de octubre de 2008

La Princesa Azul y el Príncipe Rosa

En un Mundo desconocido...

...hubo una vez una princesa bien hermosa. Dícese de la mujer más bella del reino, no simplemente porque fuera morena con ojos marrones, labios carnosos y cuerpo esbelto, sino también por su mirada intensa, por su sonrisa dulce y por sus peinados despreocupados y salvajes, síntoma claro de la bella persona que era por sí misma sin las florituras de la belleza exterior.

Vivía en un castillo ruinoso. No era simplemente que tuviera un aspecto ruinoso, sino que estaba ruinoso en todos los sentidos posibles. Quizás su decoración intentaba disimular las piedras derruidas por batallas ancestrales, pero era inevitable describirlo como un castillo realmente ruinoso. Sus cimientos aguantaban por pura pena, parecían no querer aplastar a las personas que le habitaba.

Como cada mañana, la princesa paseaba en los jardines exteriores del palacio, donde las rosas y los claveles tapaban el suelo empedrado. Las regaba a menudo y, mientras daba sus paseos de admiración, les cantaba.

En el jardín había muchas piedras sueltas escondidas y sin querer pisó una...

De repente, se abrió en el suelo un círculo luminoso corrompiendo el lugar donde se situaba, pudriendo las flores que ahí se aposentaban. Cuando terminó de formarse un gran círculo en espiral, apareció una bruja con risa sonora:

- Muahahahaha.

La princesa no podía evitar curiosear qué era lo que iba a pasar, así que se quedó tan quieta y tan linda como siempre. Simplemente observaba el gorro picúo y la capa negra que poco a poco se alzaba del círculo luminoso.

La bruja bajita con verruga en la nariz que salía miraba a su vez a la princesa estudiando la situación en la que se encontraba. Llevaba quieta mucho tiempo y estaba algo entumecida después de un encierro de más de 100 o 1000 años, ya ni se sabía.

El castillo era muy diferente a lo que ella recordaba, parecía ruinoso. Según su memoria el castillo era imponente, unos cuantos metros más alto si su memoria no le fallaba y tenía tres torres altas. Era como una fortaleza propiamente dicha, ahora no le llegaba ni a la altura de la suela del primer empedrado.

Adaptándose a la nueva situación miró fijamente a la princesa a los ojos...

- Túuu... Tú eres noble, no sólo de cuna, también de naturaleza. ¡Quiero tu nobleza para mí!

En ese momento la princesa empezaba a darse cuenta de lo que pasaba y básicamente comprendía que la bruja que acaba de salir del círculo no era buena persona, más que no ser buena persona se le podía describir mejor como mala persona, es decir, una bruja mala. Decidió que era mejor huír de ahí y con las mismas echó piernas en polvorosa y salió huyendo.

La bruja invocó una escoba mágica con la que volar y perseguir a la princesa porque necesitaba que la princesa no tuviera contaminación mágica para conservar la nobleza más pura que hubiera conocido jamás.

Ambas parecían metidas en una carrera injusta donde el esfuerzo de la princesa no estaba equiparado por la bruja, sentada tranquilamente en su escoba mientras reía a carcajadas.

Mientras intentaba esquivar las flores para no pisarlas se tropezó con una de las tantas piedras... Sentía caerse en cámara lenta e intentando evitar la caía puso la mano sobre un erizo rosa. Se clavó cada una de sus espinas y la punzada de dolor recorrió cada átomo de su cuerpo.

- ¡¡¡¡AAAAAAAHHHHH!!!!- chilló la princesa con desesperación.

- ¡Aháaa!- gritó la bruja esperanzada por ahorrarse kilómetros de recorrido.

En un giro inesperado de los acontecimientos, el erizo se transformó en un perro rosa, ladrando condenadamente a la bruja poniéndose en medio entre ella y la princesa.

Sorprendida, la bruja se quedó paralizada, pero recupera la compostura en un plis para encararse al perro rosa y transformarlo en rana.

En ese preciso momento el perro se pone detrás de la princesa y la bruja convierte a la princesa en rana en lugar del perro.

No se puede creer lo que ha hecho, pero aprovechando la coyuntura coge la rana y se la lleva consigo. Mientras, el perro se transforma en hormiga y se mete en la manga de la bruja, le hace unas cosquillas horribles y la bruja tiene que soltar a la rana.

Saltando, la rana se aleja y se pierde entre las flores, esperando que la hormiga no sufra ningún peligro, pero cuando menos se lo espera, una hormiga rosa aterriza a su vera.

Ambas se miran a los ojos y en el reflejo de la hormiga, la princesa se da cuenta que ella es de color azul.

La hormiga se transforma en mono y la princesa tiene un deseo irremediable de ser un mono también...

¡¡¡Plufff!!! Ve muchas estrellitas y cuando abre los ojos de nuevo, después de adaptar de nuevo la vista tras el relámpago cegador que ha recibido, observa que se encuentra a la altura del mono rosa. Se observa a sí misma... y se ve convertida en un mono azul.

Escucha una carcajada malvada encima de ella y tras mirar ve una escoba con un bulto negro encima que le mira con una nariz que tiene una verruga.

- Tu nobleza ha dejado de estar pura, pero sigue siendo una gran nobleza que deseo con toda mi alma corrompida. ¡No podrás esconderte de mí!

La atrapó con una red anaranjada que ha salido de la nada llevándosela con la escoba lo más lejos que pudo, en la montaña más alta después del lago más grande... De lo que no se daba cuenta era que estaba siendo perseguida por un águila rosa.

Una vez en lo alto de la montaña, a media noche donde las estrellas iluminaban y miraban desde lo alto del firmamento, la bruja empezó a realizar un hechizo. Justo cuando estuvo a punto de poner cada cosa en su lugar, fue atacada por el águila rosa... Un picotazo por aquí y cuando menos se esperaba otro por allí.

Desesperada la bruja empezó a echar fuego por la boca para quemar el estúpido pajaraco que le rondaba, pero en lugar de prender el pájaro, se quemó la cuerda que ataba a la princesa. Mientras la bruja seguía enfurecida intentando aniquilar el pájaro, la princesa, todavía convertida en mono azul, empujó a la bruja dentro de un caldero hirviendo que había preparado la bruja en su morada. Desconcertada la bruja estaba dentro del caldero cuando la princesa lo tapó con una enorme tapa que curiosamente tenía un cierre hermético. Consiguió encerrarla dentro y escuchaba sus gritos incesantes de sentirse abrasada.

Mirando perpleja al águila rosa observó cómo se convertía en mono y nuevamente en águila, comprendiendo que le sugería que ser conviertiera también en águila. El deseo le embaucó las entrañas y se concienció que funcionaba así la cosa. Repentimanete era un águila...

Al primer intento de volar, lo consiguió y siguió al águila rosa convertida en un águila azul.

Cuando se encontró en el mismo punto donde se pinchó con el erizo intentó adivinar los pensamientos del águila. Piando consiguió comprender que se podía comunicar con él si ambos eran el mismo animal.

- Pío, pío, pío (¿Quién eres?)- pió la princesa.

- Pío, piooo, piiiio (Soy un príncipe de tiempos remotos que fue hechizado por la bruja que te cautivó antes de ser encerrada mágicamente en los calabozos subterráneos.)

- Pío, pío. (¿Cómo podemos deshacernos del hechizo?)

- Pío, pío, píooi (Creía que matando a la bruja malvada, por eso llevo esperándola aquí cientos de años, pero visto lo visto empiezo a pensar que no es así.)

- Pío, píiiioi (¡¿Vagaremos así para la eternidad de los tiempos?!)

- Pío, pío (Es lo que me temo, pero aún nos queda intentar una cosa.)

- ¡Pío! (¡¿Qué!?)

- Píiioo (Darnos un beso)

- Píoooooo (¡¿Pero cómo se te ocurre?! Sin conocernos de nada...)

- Píio (¿Qué quieres que hagamos entonces?)

- Píooo (Tienes razón, aunque podríamos probar antes dándote un mordisco)

- Píiiiooooo (¡¿Pero qué te has creído?! ¿Por qué no te doy el mordisco a tí?)

Pero interiormente se quedó fascinado por la sugerencia improvisada de la princesa. No se esperaba algo tan descarado de alguien tan educada.

- Pio (Bueno, un beso, pero pequeñito, eeeh.)

Y entre ellos se dieron un pequeño pico que iluminó ambos cuerpos. La princesa volvió en su cuerpo y el águila rosa se convirtió en un apuesto hombre con pelo rubio y ojos azules que embellecían unos finos labios rosados. Hermoso como ningún hombre que hubiera observado antes la princesa quedó prendada de su gesto gentil y bueno que caracterizaba su cara.

Ambos se presentaron ante el rey y la reina y se decidió su boda. Después de casarse y hacerse reyes, el reino prosperó y pudieron reconstruir el castillo a la fortaleza que fue en sus buenos tiempos.