martes, 6 de abril de 2010

Envi, la princesa maltratada.

En un Mundo desconocido...

...nació una niña preciosa, rubia como el Sol y blanca como la nieve. En brazos de su madre, la reina del País Dulce, fue conocida como Princesita Envi, porque todo el mundo creía que era una enviada del Dios Bueno. Nadie ha sido capaz de evadirse del encanto que transpiraba la niña, ni siquiera intentaron evitarlo... ¡era tan encantadora!

Dicen que la envidia es mala y fue una desgracia que acompaña la historia de Envi. Tuvo el Dios Malo la gracia de conocer su existencia y decidir que debía importunarla tanto como ella no fuera capaz de soportar. Como solía estar muy ocupado con tantas otras desgracias, decidió enviar para tal tarea a una de sus brujas predilectas, Casti.

La naturaleza de la maldad de Casti era el castigo inminente a todo ser, se lo mereciera o no, según las órdenes de Dios Malo. En otra época había recibido muchos bienes del Ser Superior y a cambio regaló su alma trastornada con una y mil maneras de mancillar la integridad.

Envi, en su vida infantil de Princesa, estuvo jugando en el patio del castillo como acostumbraba con los hijos de los criados. Siempre tuvo un trato preferente, no sólo por su condición de princesa, sino también por su encanto personal. Era algo que le fastidiaba particularmente, lo cual gustaba más a sus compañeros de juegos... Eso hizo que finalmente decidiera alejarse del grupo, ordenarles que no se acercaran, y esconderse durante un largo período de tiempo en el pozo.

Casti le estaba esperando... Había aguardado desde hacía mucho tiempo, pensando y reinventando torturas para la niña, hasta que por fin calló en la trampa.

Seis años tenía Envi cuando la bruja malvada le introdujo por primera y última vez en la cueva de una alejada montaña a la que llegaron en un abrir y cerrar de ojos detrás de un humo espantoso y maloliente. Ahí la torturaría hasta la eternidad. Como no tenía condiciones para hacerle daño, no hacía falta hechizar a la niña bajo ninguna restricción de bruja, es decir... no había manera de liberarla.

La rutina de Casti era maltratar a todos sus "huéspedes" y lo hacía bajo un órden riguroso y una organización absoluta del tiempo. Se veía obligada a cambiar la rutina cuando ingresaba alguien nuevo o cuando otro se daba de baja, pero lo reestructuraba todo para gastar el mínimo esfuerzo y tener menos dolores de cabeza. Como Dios Malo había ordenado "maltrato permanente" sobre la niña, su rutina cambiaría realmente poco. Tenía sus métodos de tortura en los cuales no tenía que estar presente, aún así, le daba un énfasis especial a la niña con media hora diaria.

Envi cada día estaba más y más triste, de verdad pensaba que jamás se terminaría aquél calvario que pasaba. Lloraba y lloraba sin saber si aquella llorera tenía sentido.

Envi había olvidado su día de cumpleaños, no sabía cuándo era... ni siquiera sabía en qué día estaba. Desconocía la Navidad y las fiestas de rigor. Hasta que llegó un buen día un nuevo huésped el día que cumplía 18 años.

Era un hada de los deseos llamada Desa que ya conocía a Casti, sin llevarse muy bien jamás, pero sin tener altercados, hasta que Desa le pidió que dejara de tratar tan despóticamente a la gente, lo cual enfadó a la bruja tanto como para secuestrarla y ponerla en la lista de "huéspedes".

Envi y Desa no se conocieron hasta que Casti decidió que la hora de tortura de Desa coincidía con la media hora de Envi, y que sería en la misma sala de tortura. Creía que Envi estaba lo suficientemente deprimida para no percibir la existencia de Desa, pero se equivocaba.

Entablaron una amistad... silenciosa. Sabían que la bruja podría percibir si se salían de la pauta, por lo que tenían cuidado con sus comunicaciones, que se basaban en mensajes con la mirada. Cuando Desa estuvo segura de contar con el apollo de Envi decidió tomar las riendas y mantener una comunicación telepática, casi mata del susto a Envi.

Le contó que era una hada de los deseos y que tenía poderes mágicos, pero sólo podría llevarlos a la práctica si era para cumplir un deseo y ella no podía pedírselos a ella misma, por lo que necesitaba la colaboración de Envi, necesitaba que la princesa pidiera el deseo de liberarse.

Envi se pasó la semana pensando, torpemente... porque todavía tenía un lenguaje muy simple ya que no pudo desarrollarlo después de los seis años. Aún así, consiguió pensar.

La siguiente vez que se encontraron dijo en voz alta: "Deseo liberar a todos los torturados de Casti y que no pueda volver a torturar nunca más. Además, quiero que todos vuelvan mágicamente a su hogar".

Desa cumplió el deseo y Envi pudo regresar a su castillo. Todo el mundo le acogió con grandísimo asombro detrás de un humo rosado. Pero se alegraron mucho. Todo volvió a la normalidad en la medida de lo posible y fueron felices para siempre.