martes, 25 de diciembre de 2007

Piedras de Regalo

En un Mundo desconocido...

... no existía la costumbre de dar regalos. Siempre había que devolver el dinero que costaba, aunque pillara por sorpresa. Nadie sabía lo que era la generosidad.

A una niña pequeña le gustaban las piedras, le gustaba recoger piedras del suelo y guardarlas en un frasco de cristal para recordar los sitios por donde había pasado.

Un bueno día un amigo se iba de viaje a otro país, un país de donde no tenía ninguna piedra, y le pidió que le trajera una piedra de ese país.

Cuando volvió el amigo le preguntó por su piedra, recordando todos los días que había rezado que no le costara muy cara. El amigo se la dió y ella se puso muy contenta. Le preguntó cuánto le tenía que dar y se quedó muda cuando el amigo le dijo que no tenía que darle nada, que es un regalo.

Enseguida le recriminó que no podía hacer eso, que eso no era justo. No sabe lo que es un regalo, pero que se lo quedara si no le cobraba nada. El amigo intentó explicárselo.

"Un regalo es cuando yo quiero darte algo, pero no quiero que me dés nada de vuelta. Te lo doy, porque te quiero mucho y te aprecio como amiga. No tienes que darme nada si no quieres dármelo. Y si me lo das, también será un regalo."

La niña se puso a pensar el mejor regalo para su amigo. Pasaron los años y no se le ocurría nada, mientras que intentaba averiguar qué era lo más justo para regalarle a su amigo. En cambio él le traía piedras de todos los lugares que visitaba, porque tenía que viajar mucho con su padre. Todas las piedras se las regalaba con mucho amor y cariño envueltas en un lazo rojo, para que ella supiera que eran regalos.

La niña se hizo mujercita y vió como su colección de piedras dejó de caber en los cajones de una cómoda que tenía. Su amigo era el único que le hacía regalos y empezó a sentir una cosa muy extraña por él. Cada vez quería menos que viajara tanto y se quedara más con ella. Su colección de piedras seguía aumentando.

Un buen día se dió cuenta de lo que significaba esa extraña sensación y consiguió averiguar el mejor regalo para él. Escribió una carta, cogió un lazo rojo y se la ató al cuello. Cuando volvió a ver a su amigo éste le cogió la tarjeta y leyó:

"Amigo mío,

Tus viajes me dejan en ascuas cuando no estás y el corazón me salta con tu vuelta. Al principio eran por las piedras, pero ahora han dejado de ser el motivo. No quiero que te vayas sin mí, no quiero que me vuelvas a dejar nunca y dado que no te he regalado nada en todos estos años, te regalo lo más valioso para mí: YO MISMA."

Al día siguiente se casaron, no comieron perdices, pero hicieron una casa de piedras.

2 comentarios:

kutxi dijo...

Eso sí que es un regalazo.

Aunque, saliéndome la vena graciosilla... me recuerda un poco a los regalos aquellos de Joey, de Friends: Vale por una noche de amor con Joey. :-D

Trocherana dijo...

Cuando das poquito a poco te acaban dando un gran regalo, ¿no te parece?