miércoles, 8 de octubre de 2008

La Princesa Azul y el Príncipe Rosa

En un Mundo desconocido...

...hubo una vez una princesa bien hermosa. Dícese de la mujer más bella del reino, no simplemente porque fuera morena con ojos marrones, labios carnosos y cuerpo esbelto, sino también por su mirada intensa, por su sonrisa dulce y por sus peinados despreocupados y salvajes, síntoma claro de la bella persona que era por sí misma sin las florituras de la belleza exterior.

Vivía en un castillo ruinoso. No era simplemente que tuviera un aspecto ruinoso, sino que estaba ruinoso en todos los sentidos posibles. Quizás su decoración intentaba disimular las piedras derruidas por batallas ancestrales, pero era inevitable describirlo como un castillo realmente ruinoso. Sus cimientos aguantaban por pura pena, parecían no querer aplastar a las personas que le habitaba.

Como cada mañana, la princesa paseaba en los jardines exteriores del palacio, donde las rosas y los claveles tapaban el suelo empedrado. Las regaba a menudo y, mientras daba sus paseos de admiración, les cantaba.

En el jardín había muchas piedras sueltas escondidas y sin querer pisó una...

De repente, se abrió en el suelo un círculo luminoso corrompiendo el lugar donde se situaba, pudriendo las flores que ahí se aposentaban. Cuando terminó de formarse un gran círculo en espiral, apareció una bruja con risa sonora:

- Muahahahaha.

La princesa no podía evitar curiosear qué era lo que iba a pasar, así que se quedó tan quieta y tan linda como siempre. Simplemente observaba el gorro picúo y la capa negra que poco a poco se alzaba del círculo luminoso.

La bruja bajita con verruga en la nariz que salía miraba a su vez a la princesa estudiando la situación en la que se encontraba. Llevaba quieta mucho tiempo y estaba algo entumecida después de un encierro de más de 100 o 1000 años, ya ni se sabía.

El castillo era muy diferente a lo que ella recordaba, parecía ruinoso. Según su memoria el castillo era imponente, unos cuantos metros más alto si su memoria no le fallaba y tenía tres torres altas. Era como una fortaleza propiamente dicha, ahora no le llegaba ni a la altura de la suela del primer empedrado.

Adaptándose a la nueva situación miró fijamente a la princesa a los ojos...

- Túuu... Tú eres noble, no sólo de cuna, también de naturaleza. ¡Quiero tu nobleza para mí!

En ese momento la princesa empezaba a darse cuenta de lo que pasaba y básicamente comprendía que la bruja que acaba de salir del círculo no era buena persona, más que no ser buena persona se le podía describir mejor como mala persona, es decir, una bruja mala. Decidió que era mejor huír de ahí y con las mismas echó piernas en polvorosa y salió huyendo.

La bruja invocó una escoba mágica con la que volar y perseguir a la princesa porque necesitaba que la princesa no tuviera contaminación mágica para conservar la nobleza más pura que hubiera conocido jamás.

Ambas parecían metidas en una carrera injusta donde el esfuerzo de la princesa no estaba equiparado por la bruja, sentada tranquilamente en su escoba mientras reía a carcajadas.

Mientras intentaba esquivar las flores para no pisarlas se tropezó con una de las tantas piedras... Sentía caerse en cámara lenta e intentando evitar la caía puso la mano sobre un erizo rosa. Se clavó cada una de sus espinas y la punzada de dolor recorrió cada átomo de su cuerpo.

- ¡¡¡¡AAAAAAAHHHHH!!!!- chilló la princesa con desesperación.

- ¡Aháaa!- gritó la bruja esperanzada por ahorrarse kilómetros de recorrido.

En un giro inesperado de los acontecimientos, el erizo se transformó en un perro rosa, ladrando condenadamente a la bruja poniéndose en medio entre ella y la princesa.

Sorprendida, la bruja se quedó paralizada, pero recupera la compostura en un plis para encararse al perro rosa y transformarlo en rana.

En ese preciso momento el perro se pone detrás de la princesa y la bruja convierte a la princesa en rana en lugar del perro.

No se puede creer lo que ha hecho, pero aprovechando la coyuntura coge la rana y se la lleva consigo. Mientras, el perro se transforma en hormiga y se mete en la manga de la bruja, le hace unas cosquillas horribles y la bruja tiene que soltar a la rana.

Saltando, la rana se aleja y se pierde entre las flores, esperando que la hormiga no sufra ningún peligro, pero cuando menos se lo espera, una hormiga rosa aterriza a su vera.

Ambas se miran a los ojos y en el reflejo de la hormiga, la princesa se da cuenta que ella es de color azul.

La hormiga se transforma en mono y la princesa tiene un deseo irremediable de ser un mono también...

¡¡¡Plufff!!! Ve muchas estrellitas y cuando abre los ojos de nuevo, después de adaptar de nuevo la vista tras el relámpago cegador que ha recibido, observa que se encuentra a la altura del mono rosa. Se observa a sí misma... y se ve convertida en un mono azul.

Escucha una carcajada malvada encima de ella y tras mirar ve una escoba con un bulto negro encima que le mira con una nariz que tiene una verruga.

- Tu nobleza ha dejado de estar pura, pero sigue siendo una gran nobleza que deseo con toda mi alma corrompida. ¡No podrás esconderte de mí!

La atrapó con una red anaranjada que ha salido de la nada llevándosela con la escoba lo más lejos que pudo, en la montaña más alta después del lago más grande... De lo que no se daba cuenta era que estaba siendo perseguida por un águila rosa.

Una vez en lo alto de la montaña, a media noche donde las estrellas iluminaban y miraban desde lo alto del firmamento, la bruja empezó a realizar un hechizo. Justo cuando estuvo a punto de poner cada cosa en su lugar, fue atacada por el águila rosa... Un picotazo por aquí y cuando menos se esperaba otro por allí.

Desesperada la bruja empezó a echar fuego por la boca para quemar el estúpido pajaraco que le rondaba, pero en lugar de prender el pájaro, se quemó la cuerda que ataba a la princesa. Mientras la bruja seguía enfurecida intentando aniquilar el pájaro, la princesa, todavía convertida en mono azul, empujó a la bruja dentro de un caldero hirviendo que había preparado la bruja en su morada. Desconcertada la bruja estaba dentro del caldero cuando la princesa lo tapó con una enorme tapa que curiosamente tenía un cierre hermético. Consiguió encerrarla dentro y escuchaba sus gritos incesantes de sentirse abrasada.

Mirando perpleja al águila rosa observó cómo se convertía en mono y nuevamente en águila, comprendiendo que le sugería que ser conviertiera también en águila. El deseo le embaucó las entrañas y se concienció que funcionaba así la cosa. Repentimanete era un águila...

Al primer intento de volar, lo consiguió y siguió al águila rosa convertida en un águila azul.

Cuando se encontró en el mismo punto donde se pinchó con el erizo intentó adivinar los pensamientos del águila. Piando consiguió comprender que se podía comunicar con él si ambos eran el mismo animal.

- Pío, pío, pío (¿Quién eres?)- pió la princesa.

- Pío, piooo, piiiio (Soy un príncipe de tiempos remotos que fue hechizado por la bruja que te cautivó antes de ser encerrada mágicamente en los calabozos subterráneos.)

- Pío, pío. (¿Cómo podemos deshacernos del hechizo?)

- Pío, pío, píooi (Creía que matando a la bruja malvada, por eso llevo esperándola aquí cientos de años, pero visto lo visto empiezo a pensar que no es así.)

- Pío, píiiioi (¡¿Vagaremos así para la eternidad de los tiempos?!)

- Pío, pío (Es lo que me temo, pero aún nos queda intentar una cosa.)

- ¡Pío! (¡¿Qué!?)

- Píiioo (Darnos un beso)

- Píoooooo (¡¿Pero cómo se te ocurre?! Sin conocernos de nada...)

- Píio (¿Qué quieres que hagamos entonces?)

- Píooo (Tienes razón, aunque podríamos probar antes dándote un mordisco)

- Píiiiooooo (¡¿Pero qué te has creído?! ¿Por qué no te doy el mordisco a tí?)

Pero interiormente se quedó fascinado por la sugerencia improvisada de la princesa. No se esperaba algo tan descarado de alguien tan educada.

- Pio (Bueno, un beso, pero pequeñito, eeeh.)

Y entre ellos se dieron un pequeño pico que iluminó ambos cuerpos. La princesa volvió en su cuerpo y el águila rosa se convirtió en un apuesto hombre con pelo rubio y ojos azules que embellecían unos finos labios rosados. Hermoso como ningún hombre que hubiera observado antes la princesa quedó prendada de su gesto gentil y bueno que caracterizaba su cara.

Ambos se presentaron ante el rey y la reina y se decidió su boda. Después de casarse y hacerse reyes, el reino prosperó y pudieron reconstruir el castillo a la fortaleza que fue en sus buenos tiempos.

1 comentario:

Ana dijo...

Qué chulo! Y con final feliz y todo, como a mí me gusta :)