miércoles, 22 de octubre de 2008

El Perro Guardián

En un Mundo desconocido...

... una princesa feliz como una perdiz estaba en un reino naranja donde todos odiaban reñir. De hecho, estaba prohibido reñir por decreto real, todas las cuestiones de disputa las solucionaba la reina.

La reina no era la verdadera madre de nuestra princesa, era su madrastra que la encontró abandonada en un bosque cuando ella era todavía un bebé, pero ella no lo sabía.

La princesa sentía todo el cariño que le mostraba el reino. Era un reino bastante pacífico, tenían sus trovadores particulares que hacían las delicias de los demás reinos, pero eran felices como podían en el que estaba la princesa, que siempre era muy amable con ellos.

Un día la reina le dijo que iba a tener una hermanita y nuestra princesa tenía miedo porque podían dejar de quererla como princesa del reino.

Un día, cuando a la Reina se le empezaba a ver la tripa ella se fue al bosque con uno de los trovadores. Una vez fuera, mientras le contaba sus penas, el trovador le prometió que encontraría la solución.

La llevó más adentro del bosque y parecía buscar una señal en los árboles. Ante un árbol grande con la mitad del tronco verde, se le iluminó la cara y tocó tres veces con los nudillos y una con la palma.

Un sombrero picúo negro salió de entre las sombras con una carcajada malvada que tronaba por todo el bosque. Cuando reconoció a la princesa vió en ella que no era de sangre azul, por mucho porte real que pudiera presumir y decidió raptarla para averiguarlo. Así que sin que el trovador tuviera ocasión de decir palabra y casi nadie se diera cuenta de nada, la bruja cerraba la puerta del árbol a su espalda con la princesa entre brazos.

Una vez dentro, la princesa pudo reconocer un laboratorio, de lo que no se percataba era que era un laboratorio especial, no como en el castillo, donde se hacían pruebas químicas. En ese laboratorio se hacían pócimas. Pócimas como el Jugo de la Verdad, un líquido que hasta que no se expulsara del cuerpo se decía toda la verdad, aunque ni siquiera se supiera.

Por ejemplo, si se pregunta a alguien que lo ha tomado el tiempo que hará mañana, sólo podrá decir la verdad y lo que diga es lo que ocurrirá.

Mientras tanto, en las afueras, cuando el trovador se dió cuenta de lo que había pasado, salió corriendo para ir al castillo.

Un perro que había visto toda la escena le saltó para evitar su avance. Era el Guardían del Bosque y tenía el encargo especial de vigilar a la Bruja del Bosque porque últimamente estaba siendo demasiado desobediente.

El trovador se desmayó del susto y cuando al despertar se dió cuenta que el perro hablaba, volvió a desmayarse. Una vez recuperado y concienciado que el perro podía hablar, intentó entender su mensaje, dado que con un hocico es difícil entender el habla humano de un perro le resultó un poco difícil. En grandes medidas entendió que él se encargaría y que esperara a que le devolviera a la princesa para regresar.

Al momento vió cómo el perro enorme y sobrenatural se introducía en el árbol fantasmagóricamente. Se sentó para esperar y las noches pasaban y empezó a sentir hambre cuando se planteó regresar.

Cuando el perro se introdujo en el árbol, recorrió los pasillos guiado por su olfato. Olía a la bruja por cualquier parte, pero instintivamente sabía el último lugar por donde pasaba. Sabía que el tiempo en el árbol mágico pasaba de manera distinta, pero no exactamente a qué velocidad. La última vez que entró recordó haber estado 3 días y por lo visto pasaron casi 2 años y medio. En cambio la primera vez sintió pasar dos semanas y no llegaron a 3 horas.

Dejó esos pensamientos de lado para concentrarse en la tarea que se había encomendado: rescatar a la princesa, aunque no oliera a princesa, pero no podía permitir las maldades de la bruja.

Tras recorrer cientos de pasillos, encontró el laboratorio de la bruja y tras gruñir y ladrar logró llamar la atención.

La bruja, sabiendo que no surtiría efecto, intentó transformar al perro en un gusano, pero no lo consiguió. El perro era un guardián mágico, no se podía utilizar la magia sobre él.

Al ver las intenciones de la bruja, el perro saltó sobre ella y en humano le dijo a la princesa que se montara en el lomo.

La princesa lo hizo sin vacilar un sólo instante y galopando encima del perro consiguió salir, pero justo antes de salir recordó que su problema no había tenido solución e hizo pararse al perro para preguntarle qué iba a ser de su vida cuando naciera su hermana.

Como buena costumbre de los grandes sabios respondió con otras preguntas:

- ¿Por qué no dejas que el tiempo responda?

- ¿Donde está el tiempo?

- En el paso de los momentos.

- ¿Por qué no lo puedo saber ahora?

- ¿Para qué lo quieres saber?

- Para asegurarme mi futuro.

- ¿Y qué tienes asegurado en el pressente si no salimos del árbol y te alcanza de nuevo la bruja?

Después de pensar un rato, la princesa contestó:

- Quiero irme a casa...

Así que salieron juntos, se encontraron con el trovador, que ya tenía barba de muchos días y la princesa llegó al castillo sana y salva.

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